Tuve un Deja Vu , por momentos pensé que era Yayo del Cuarteto Obrero el que daba la conferencia de prensa, pero no, era Diego.
Te las mandaste Diego, pa mas, como decis..."o soy Blanco, o soy negro".....Blanco ya sabemos que eres.
En buena onda si,que mal por Diego, no puede declarar esas cosas.
Mas que ayudar, lo perjudican al gran idolo que es.
El efecto de las palabras del Diego, lo podemos ver reflejado acá, por un colega bloger argentino.
Sabias palabras!
Dice asi
Carta abierta al Señor Maradona.
Señor Maradona:
Tengo una inevitable necesidad de manifestar cuánto dolor, cuánta pena, cuánta decepción me da haberlo visto celebrar de esa forma, la paupérrima clasificación de Argentina al Mundial de Fútbol de Sudáfrica.
Necesito decírselo Maradona, porque el día de ayer, algo se rompió dentro mío. O terminó de romperse.
Yo crecí viéndolo y admirándolo. Tenía 4 años en el mundial 78. Lo vi sufrir en el 82. Celebré como todo argentino en las calles, cuando su destreza única, talento regalado por Dios, condujo a nuestro país a obtener su segundo título. Y fue gracias a usted.
Sufrí con usted en Italia, con cada patada, con cada codazo, con cada foul, y en cada definición por penales. Lloré amargamente en Estados Unidos, ese 1994. Y así he seguido su trayectoria. No soy futbolista. No juego bien al fútbol ni en un picado de barrio. Pero sé admirar a un buen jugador. Y fundamentalmente, soy Argentino. Y me encanta ser Argentino. Amo a mi país. Y a mi gente.
Por eso me duele tanto verlo a usted celebrar una clasificación que todos sabemos, incluso usted que fue mediocre. Es más, deficiente. Pero no me duele eso. Me duele verlo a usted. Me duele ver a lo que ha llegado. Me duele verlo enajenado, desaforado y fuera de sí, insultando a quien se ponga por delante. Usted argumentará que es parte de su coherencia, que siempre fue igual. Pero a mi me duele. Me duele, porque esa incapacidad de mirar hacia adentro y ver si realmente hay algo que debe ser cambiado, es la misma incapacidad que tenemos como país, Maradona.
Usted, y me duele mucho decirlo, es Argentina. Es la personificación de la decadencia misma a la que hemos llegado. Ahogados en nuestra soberbia. Incapaces de darnos cuenta que tal vez estemos equivocados, y que un poco de humildad nos permita cambiar, y ocupar el lugar que sí merecemos, ese que sí somos capaces de alcanzar pero no con el resentimiento, sino con la gambeta, con destreza, con trabajo, con esfuerzo. Igual que usted cuando era un pibe.
Sabe qué Maradona? Yo no soy una dama, ni soy periodista. Ni soy de los que lo critican siempre. Pero sus insultos ayer, me insultaron a mí. A mis hijos. A mi dignidad. A mi argentinidad. Me dio una profunda vergüenza que mis hijos lo vieran de esa forma. Me imagino que si lo mira dos veces, también le dará vergüenza que sus hijas lo vean insultar así. ¿Es realmente la forma de dirigir el destino futbolístico de un país? ¿Se cree capacitado para eso?
Probablemente usted jamás leerá esta carta. Probablemente si la lea, me denostará. Probablemente alguien, como suele ocurrir en mi país, me patoteará. Pero me siento en la obligación de decir Basta. Usted necesita insultar, yo necesito decir esto. Hasta ayer, yo hablaba del Diego. Le hablaba a usted de VOS. Lo sentía mío. Como todos los argentinos. Pero ayer me di cuenta, como tantas veces me ha pasado con Argentina, que ya no es mío. Por eso lo trato de usted, porque usted no me pertenece más.
En tanto no sea capaz de asumir sus faltas, sus culpas, y la profunda herida que ha causado en mucha más gente de la que usted imagina (no sólo damas y periodistas), usted seguirá siendo usted. Es muy probable que no le importe. Que piense que esto se olvidará con un campeonato mundial, o con cualquier despilfarro pirotécnico que equivale a los espejitos de colores con los que hace más de 500 años nos vienen engañando todos los que pretenden dirigir una parte de este país. Pero no señor Maradona. Esta vez no. Le pido a Dios por usted. Para que pueda abrir los ojos. Pedir perdón, a veces nos hace más grandes que hacer un gol con la mano.
Ojalá que lo piense.
Gabriel Jefferies.
Argentino
DNI 24.234.398
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