domingo, 4 de octubre de 2009

Bolaño era de los nuestros!






El desaparecido escritor chileno, era de los nuestros!

aqui un extracto de un reportaje de The Clinic a su hijo Lautaro, en la edicion especial de Juegos!
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JUEGOS Y TRAMPAS

¿Qué cosas hacían juntos?

-A ver… De pequeño me acuerdo yo y él en la ducha jugando. También recuerdo él estirado en el sofá, y yo jugando con él, o él haciendo la siesta y yo despertándolo, molestándolo. Ya cuando crecí más, a los 12 o 13 años, cuando comencé a entretenerme con los juegos de ordenador, él me abrió esa puerta: jugábamos juntos, había una disputa.

¿Qué juegos jugaba? ¿De ordenador o de mesa?

-Los dos, primero de mesa. Eran juegos con sus amigos, juegos sobre todo de la Segunda Guerra Mundial, bélicos. La Segunda Guerra era lo que le apasionaba más, juegos con las campañas que se hicieron…. Le gustaba además jugar en contraposición a la historia.

¿Cómo?

-Tenía un juego que se trataba de ser Hitler, conquistar toda Europa y repeler a los aliados. Este juego le gustaba, jugaba mucho.

¿Y lo ganaba?

-(Risas) No recuerdo. Pero lo que sí tengo claro es que cambiaba las normas; el juego no podía estar completo, y él lo completaba, juntaba las casillas y añadía nuevas fichas, nuevos finales…, intentando seguir un poco el feeling de la historia, si habían aviones o no, bombarderos, etc.

Y luego estaban los de ordenador.

-Sí, fue los que primero jugué con él

¿Age of Empire?

-Sí, pero el primero que jugué con él fue Civilización. La imagen que tengo de los primeros días es los dos malos malos, lo que se hacen en veinte minutos no lo conseguíamos en un día, era muy difícil. Nos quedábamos estancados, no sabíamos qué hacer. Un día me fui a dormir y él seguía en el ordenador y enchufó a mi madre, la hacía que estuviese con él para que mirase. Y al día siguiente me despierta diciéndome que había podido hacer un barco, yo no me lo creí, era imposible que hiciese barcos. Luego a partir de ahí nos hicimos expertos de ese juego, y resultó que hacer barcos era lo más fácil…

¿Y luego pasan al Age of Empire?

-Sí, hay un cambio, la situación es por turno y en tiempo real. También se cansó por rabia a una unidad que te las cogía... no lo soportaba, eso era algo irreal. Es imposible que un monje te mire una unidad y la haga suya. Era algo que detestaba y lo dejó…

¿Jugabas tú contra él? ¿Quién ganaba?

-Mmm, había dificultades, no, no, el Age of Empire, no: jugaba él o jugaba yo, nunca jugamos juntos. Además, habían trampas y él las utilizaba, y hacía las cosas más horribles.

¿Era tramposo?

-No, normalmente no, pero quería ponerse a prueba, ponía ocho jugadores en la mayor dificultad contra él, y él con trampas, y perdía. Y luego ya los juegos de tiempo, de la Segunda Guerra Mundial que ya me gustaban, jugábamos yo por un bando y él por el otro, y nos cansábamos, o le ganaba yo y no lo aceptaba, o me ganaba él y yo no lo aceptaba. No sabíamos perder.

¿Quedaban enojados?

-Yo me iba a mi habitación y él seguía. O él se iba y yo le decía: “¿por qué te vas si te estoy ganando?, ven”. Y era así. Lo último que me acuerdo de juegos, era un juego de mesa, una campaña. Yo era de unos, él era de otros. Y nada… el primer juego que jugué con él a mesa y que él hacía años y años, seguramente diez y no exagero, que lo jugaba, o más, seguramente más. Claro, había que leerse todo el manual, y yo impaciente le dije, juguemos ya, y vayamos así sobre manual. Estuvimos dos días, y bien, yo le ganaba. Yo iba a ganar al cabo de un día más, además son juegos que hay que dejarlos por diez minutos, hasta una hora, hay que dejarlos en la mesa y que se vayan haciendo. Y me acuerdo que al otro día vamos a hacerlo y me dice, ¡ha cambiado, me he leído el manual y es así!, y cambió totalmente el juego y perdí. Lo dejé, me fui por que era increíble, le estaba ganando yo, una diferencia total, porque yo tenía por ejemplo en una ciudad veinte unidades y él cinco, y con su nueva regla, me ganaba… Yo le decía ¡esto es imposible!, no me vengas con excusas, y me fui. Le dije, pues juega tú solo con tus reglas y a mí me dejas. Lo dejamos ahí.

¿Todavía te gusta jugar?

-Sí, sí, los juegos de estrategia me gustan mucho.


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